Caracas.- La incertidumbre reinaba el lunes entre los venezolanos tras el anuncio del presidente Nicolás Maduro de un plan de 30 días para racionar la electricidad mientras los cortes de energía siguen afectando a millones de personas y se mantienen suspendidos servicios básicos como el agua.
En cadena de radio y televisión, Maduro informó el domingo la implementación del plan como parte de los intentos del gobierno de “reponer y reconstruir” el sistema eléctrico nacional y lograr un equilibrio entre la generación, transmisión y la distribución de electricidad mientras se repara el “daño brutal” que, según Maduro, han causado Estados Unidos y sus adversarios locales.
El gobierno suele catalogar como plan de “administración de carga” a los distintos racionamientos de energía eléctrica que ha aplicado por años en algunos estados como el occidental de Zulia, donde las fallas eléctricas son endémicas.
El anuncio se produjo horas después de que una nueva falla dejó sin servicio eléctrico a Caracas y al menos dos decenas de estados como parte de una serie de apagones nacionales que se registran a diario en el país desde el 7 de marzo.
“Estamos peor ahora. No sabemos si la luz se fue por un apagón o nos la quitaron por el racionamiento”, dijo Raquel Mayorca, una oficinista de 30 años a las puertas de un mercado que en la mañana del lunes cerró sus puertas tras un súbito corte de energía. A escasos 200 metros del mercado, la luz en los edificios comerciales y el alumbrado público funcionaban.
El gobierno “no informa, nos tienen en una sola zozobra. Ya deberían estar hablando de horarios, qué días y de todo sobre el racionamiento”, resaltó Mayorca. “Y si se va la luz a cada rato, menos esperanzas tenemos que pongan el agua”.
Maduro pidió el domingo a los venezolanos mantener la calma mientras se estabiliza el suministro eléctrico y se restituye el servicio de agua, afectado profundamente por los apagones, luego de que en varios sectores de la capital y en otras ciudades se reportaron numerosas protestas.
Las actividades en los centros educativos permanecen suspendidas desde el 26 de marzo, mientras los horarios labores fueron reducidos hasta las 14 en el sector público y privado, particularmente en Caracas, debido a la escasez de autobuses y el riesgo de que muchos queden varados al anochecer si se registran nuevas fallas en el servicio de trenes subterráneo, que trasladan un promedio de tres millones de personas a diario.
El funcionamiento de internet y los teléfonos fijos y móviles es intermitente desde el 25 de marzo en varias regiones del país.
El líder opositor Juan Guaidó, quien en enero se declaró presidente interino, afirmó el lunes que los venezolanos no se pueden “acostumbrar al racionamiento, a la falta de agua. Por el contrario, nos unimos más y, por el contrario, salimos más a las calles” a protestar.
El también jefe de la Asamblea Nacional ratificó su llamado a una gran protesta nacional el 6 de abril en contra de las fallas en los servicios públicos y para presionar la salida de Maduro del poder.
“Debemos hacer la manifestación más grande en rechazo a lo que está pasando”, aseveró durante su intervención de un encuentro con líderes sociales agrupados en el llamado Frente Amplio.
El lunes era notable la presencia masiva de policías y agentes de la Guardia Nacional en las calles de Caracas después de las protestas de la víspera cuando vecinos iracundos se manifestaron contra el presidente, a quien señalan como responsable de las fallas eléctricas.
Esas protestas fueron disueltas en su mayoría por miembros de supuestos grupos oficialistas armados, conocidos como “colectivos”, que recorrían las principales avenidas de la capital luego de algunos enfrentamientos violentos. Los colectivos armados a menudo disparan indiscriminadamente contra manifestantes para intimidarlos, mientras la policía y los agentes de la Guardia Nacional se retiran o se mantienen a distancia.
Desde el 7 de marzo, cuando se registró el hasta ahora peor apagón de la historia venezolana, el gobierno de Maduro ha denunciado que los cortes de energía son consecuencia de varias causas, desde “ataques electromagnéticos” dirigidos por Estados Unidos hasta un ataque con arma de fuego a una instalación eléctrica perpetrada por la “oposición golpista” que busca derrocarlo.
Los expertos señalan que las fallas son consecuencia de una administración corrupta e incapaz que se traduce en la falta de mantenimiento del sistema eléctrico nacional. Las instalaciones están casi en ruinas, particularmente las centrales termoeléctricas que otrora conformaban el sistema de respaldo en caso de una avería en la hidroeléctrica de Guri, que suministra 60% de la energía del país.
Las termoeléctricas sólo operan al 10% de su capacidad, de acuerdo con cifras de la Asociación Venezolana de Ingeniería Eléctrica, Mecánica y Profesiones Afines.