San Luis Potosí, SLP.- A trescientos metros pies de altura, puede verse el dolor de la sierra.
Las grandes jorobas de matorrales que se observan a esta distancia, están acompañadas de una mueca de dolor porque arden por todas partes.
Si tuvieran voz, podrían escucharse los gritos.
Pero aún así, el ruido del rotor de cola y las hélices montadas en el larguero del helicóptero, harían imposible escuchar la queja.
Es la Sierra de San Miguelito, imponente pero mutilada por el fuego desde hace un mes que se registra.
Las venas de su tierra, están heridas en 7 mil 500 hectáreas.
Aquí arriba, se ven los claros de la sierra, pero de pronto aparecen las nubes de humo.
De pronto se confunden con las nubes del cielo, pero no, es el humo, el mismo que se ve a distancia.
No es un paseo por las nubes como las dibujó Alfonso Aráu, pero sí es un drama ecológico que se puede apreciar y que según los especialistas, tardará más de 20 años en curarse.
Conforme pasan las horas de sobrevuelo en el área afectada, aparece una capa de humo, esa que en la última semana impactó a los potosinos.
Parecía cerca la lumbre pero no, desde aquí se comprueba que está lejos de llegar a la ciudad.
Pero el daño está hecho. Quienes recibieron instrucciones en tierra, saben de los polígonos por donde atacar.
Les explicaron sobre mapas, imágenes satelitales, explicaciones de especialistas de la Universidad Autónoma de SLP y los experimentados de Conafor.
Hay brigadas especializadas con diez integrantes cada una para atacar el fuego.
Avanzan por tierra y aire.
Es, según los que conocen, una de las contingencias históricas de San Luis.
Salieron desde las 7 de la mañana y los helicópteros están descargando bocanadas de agua para ayudar en las partes altas.
Allá donde están las nubes de humo, donde no se ve, la tarea que hacen los brigadistas, los gobiernos, los voluntarios para apagar el fuego, en la Sierra de San Miguelito, están dando resultados.
En especial ahora que, van a contra reloj y con un control de más del 90% del incendio.
