Desde que el presidente López Obrador los nombró como sus representantes en los Estados, los «superdelegados» o coordinadores de los los programas federales, han estado en medio de la polémica. Algunos por protagonistas e ingenuos, otros por flojos, y la mayoría porque no saben ni entienden el trabajo de la función pública; los peores, son señalados como corruptos, como es el caso de Carlos Lomelí Bolaños, en Jalisco, acusado de aprovechar su cargo para venderle medicamentos al gobierno federal y que esta semana que pasó tuvo que renunciar a su cargo.
A partir de ese hecho, no son pocas las voces en los Estados que empiezan a pedir a gritos ¡que se vayan!. Dice el refrán popular que «mucho ayuda el que no estorba», y estos ayudarían mucho si no estorbaran como lo están haciendo.
Coincidentemente, este fin de semana, el «superdelegado» Jaime Montes Sales en Sinaloa se hizo famoso en la redes sociales sociales porque apareció un falso cartel de la Alerta Ambar de «Se Busca», mofándose y haciendo escarnio de que el funcionario está desaparecido y no se le ve por ningún lado. Este mismo padrón de conducta los distingue a todos, y que sí aplica la exigencia de que muchos de ellos deben empezar a irse por inútiles e inoperantes. Deben aprovechar la ola de renuncias que se están dando en el gabinete para que hacer maletas e irse.
En San Luis Potosí, el caso de Gabino Morales Mendoza es muy particular. De él se habla y se comenta de todo: lo menos que se dice de Gabino es que es inexperto en las tareas de función pública, además de que pesan sobre él acusaciones muy graves de hostigamiento, amenazas y acoso sexual. En febrero pasado, todas las diputadas federales de Morena, subieron a tribuna para pedirle al presidente López Obrador que cesara del cargo al «superdelegado luego de existir denuncias penales en su contra en la Fiscalía General del Estado. Las quejas fueron puestas por sus compañeras de oficina y la militancia de Morena.
Desde enero, La Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena suspendió los derechos partidarios y fue destituido de sus cargos dentro del partido. También los legisladores morenistas en el Congreso de San Luis, han denunciado la intromisión y el protagonismo del «superdelegado» en asuntos estrictamente legislativos. Su relación con el gobierno de José Manuel Carreras es institucional y discreta: no más, porque no inspira confianza, seriedad, ni certidumbre. Los programas sociales del gobierno federal los maneja a su antojo y busca por todos los medios sacarle raja política personal, porque cree y sueña en ser candidato a gobernador dentro de tres años, al menos eso es lo que ha hecho saber a sus allegados.
En la ciudad de México desde que fueron designados los «superdelegados» el más cuestionado, no sólo en San Luis, sino en la oficina del presidente López Obrador fue Gabino, incluso trascendió desde entonces que sería el primero en caer porque no reunía el perfil mínimo para el cargo.
Gabino no ha entendido el rol o el papel que le dieron para que jugara en San Luis Potosí. Los resultados del gobierno de la Cuarta Transformación en el Estado, ni se ven ni se oyen, y esa es responsabilidad de él. En la ciudad de México no convence a nadie lo que ha hecho y su evaluación es reprobatoria; por eso y por más, da igual que siga o se vaya.
San Luis, es tierra fértil para hacer política con los recursos federales, pero Gabino no lo ha entendido. En Jalisco, una razón poderosa como la corrupción llevó a Carlos Lomelí Bolaños a renunciar; pero la inoperancia, la ignorancia, la frivolidad, son parientes de la corrupción y eso alcanza a Gabino Morales, por tanto, no se descarta que su renuncia esté en alguno de los escritorios del gobierno de la 4T.
Cuando el presidente López Obrador habló sobre la renuncia de Carlos Lomelí, respondió en tono de broma que quizás después de esto vendría el «fin de mundo». Su respuesta fue interpretada por algunos como el inicio del fin de muchos «superdelegados» que no han dado el ancho, y bueno, Gabino, no tiene de otra más que trabajar en serio, o abandonar el barco de la Cuarta Transformación que necesita de resultados y no los está dando.
Así como se empiezan a dar algunas renuncias en posiciones de primer nivel del gabinete, muchos aseguran que empezarán a caer muchos «superdelegados» que andan en la milonga, y los ojos han sido puestos en San Luis Potosí.