Tijuana. Los cameruneses que comparten diez colchones en el suelo en el tercer piso de un departamento que está encima de una peluquería van a pie todas las mañanas hasta el cruce fronterizo más transitado entre México y Estados Unidos con la esperanza de que ese sea su día de suerte y los llamen para que soliciten asilo en Estados Unidos. Sueñan con que un funcionario mexicano bondadoso les dé un turno.
“Voy por si se abre algún hueco”, dice Rashidou Hdzekasaah, de 35 años, que lleva dos meses esperando en Tijuana y todavía tiene 6 mil nombres delante del suyo en una lista de espera para solicitar asilo en el cruce de San Diego.
Cifras del gobierno mexicano y las investigaciones de la Associated Press indican que al menos 40 mil migrantes han llegado a la frontera y están en listas de espera, el primer paso de un largo proceso para solicitar asilo o ser escuchados por los tribunales de inmigración estadunidense después de ser devueltos a México.
La cifra representa un gran aumento respecto a principios del año. No está claro cuántos ingresaron ilegalmente a Estados Unidos, decidieron quedarse en México o regresar a América Central.
Convertir a México en una gigantesca sala de espera es la medida más osada que ha tomado el gobierno de Donald Trump en respuesta al aumento en la cantidad de personas que piden protección humanitaria, muchas de ellas familias centroamericanas. La iniciativa es parte de un programa más amplio para frenar la inmigración, tema de un encendido debate político que se intensificó más todavía tras el descubrimiento de una diatriba contra los inmigrantes asociada con el individuo acusado de la matanza de 22 personas en El Paso, Texas, el sábado pasado.
Cameruneses que huyen de las atrocidades de su país hicieron que la cifra de migrantes que quieren pedir asilo en Tijuana rebase los 10 mil el domingo. Hace tres meses había 4 mil 800 nombres.
A la llegada de nuevos migrantes se suman los centroamericanos que Estados Unidos devuelve a México para que esperen aquí por citas para lidiar con sus casos, lo que prolonga el período de incertidumbre de quienes buscan asilo.
Las largas esperas ponen a prueba la paciencia de algunos migrantes que buscan asilo y de los residentes de las ciudades fronterizas.
Más de 100 cameruneses bloquearon el camino de las camionetas del servicio de inmigración el mes pasado, exigiendo mayor transparencia en el proceso para determinar quiénes son aceptados en la lista de espera para pedir asilo. La protesta surgió después de varios días en los que Estados Unidos no aceptó solicitudes. Ahora están llamando a personas que llevan tres meses y medio en Tijuana y es previsible que la espera sea más larga en el futuro.