El asunto del petróleo, es para el Presidente Andrés Manuel López Obrador, un tema de sobrevivencia personal político-ideológico, más que económico y de interés nacional.
Tanto lo es, que dirigió personalmente las negociaciones en la reunión virtual de la OPEP-Organización Mundial de Países Exportadores de Petróleo- celebrada el pasado jueves, donde la Secretaria de Energía, Rocío Nahle fue la títere que dio la cara, e hizo el ridículo al negarse a aceptar la petición que inicialmente consistía en reducir la producción petrolera en 400 mil barriles diarios de petróleo, en un esfuerzo por estabilizar el precio del energético. México, se opuso y en un afán por alcanzar un acuerdo que todavía ayer no se lograba, redujo a 350 mil la petición.
López Obrador, -cómo fue evidente -, indujo una contrapropuesta para que solo se redujeran 100 mil barriles de petróleo diario. Lo cual fue inaceptable por los países petroleros.
Fue así, como interviene Estados Unidos, que vio en medio de esta crisis que de fondo causa el Coronavirus una oportunidad, por lo que Donald Trump ofreció aportar por México, la reducción de 250 mil barriles diarios.
La oferta inédita que aún no es aprobada por la OPEP, no es una obra de buena vecindad y menos gratuita. Ni puede considerarse un logro de Andrés Manuel López Obrador, porque no se ha aclarado-las letras chiquitas del ‘préstamo’ de reducción petrolera.
Obrador está consciente que de haber aceptado la reducción de 350 mil barriles diarios de petróleo, sería un suicidio político para él, que ha puesto el rescate de PEMEX, como el eje de su estrategia que le ha vendido al pueblo, aunque actualmente la empresa está quebrada y se ha convertido en un barril sin fondo, ni futuro para el país.
Se empecina, en echar a andar la producción energética basada en el petróleo con su proyecto anticipadamente fracasado de la refinería Dos Bocas.
Su obstinación, lo está conduciendo a ser el hazmereir del mundo, y a despilfarrar el dinero del país, en una obra que acabará convertida en un elefante blanco y en el símbolo de la ruina de México.
Pero más allá, López Obrador en su afán personal por poner a salvo su proyecto político, curiosamente cómo lo hiciera su idealizado Benito Juárez, ha sido oficioso en ser ‘entreguista con los gringos’.
Recordemos que Benito Juárez en un afán por financiar su guerra contra los conservadores que representaban los intereses de la Iglesia, pidió a Estados Unidos 4 millones de dólares, por lo que sin rubor firmó el polémico tratado Mclane-Ocampo el 14 de diciembre de 1859, donde puso en riesgo la soberanía nacional, al permitir el libre paso de norteamericanos y bienes a perpetuidad por el Istmo de Tehuantepec.
El acuerdo que era equiparable, a la traición a la patria que realizó con la venta de territorio nacional por parte de Antonio López de Santa Anna, afortunadamente para México fue rechazado por el Congreso de Estados Unidos.
Pero hoy, un Presidente que idolatra a Benito Juárez, replica su bajeza de poner su proyecto político y personal por encima de los intereses de la nación.
Y aunque su vocería y ‘recua de chairos’, han intentado hacer ver su acuerdo con Estados Unidos, como un logro, una victoria.
La realidad es que el acuerdo en lo oscurito con Donald Trump, tendrá graves consecuencias, pero sobre todo echa por tierra la reputación de México que era respetado en el mundo, no sólo porque era un poderoso productor petrolero, si no porque tenía auténticos diplomáticos en el tema petróleo.
Hoy nuestro país, es la comidilla, de todos. Porque López Obrador, mandó a la ‘chacha’ Rocío Nahle a negociar ante la OPEP los ajustes y frente a todos enseñó ‘el plumero’.
Y aunque vendió como un triunfo no haber firmado los acuerdos.. Una vez que pase la crisis del crudo por lo del Coronavirus, México pagará un alto precio; Por su desplante a la OPEP . Pero sobre todo, por aceptar a un alto precio para el país, la interesada ayuda de los gringos…