La elección del candidato presidencial será sin duda un parto dolorosísimo, que dejará, -sobre todo en Morena- aspirantes resentidos y sus intereses oscuros, muy lastimados.
Aunque propios y extraños, estiman que el partido del presidente con la pura marca, sin importar el candidato, cabalga en caballo de Hacienda, para retener el poder.
Existe un ingrediente que el Presidente está viendo con preocupación y es el despertar de la sociedad civil, el hartazgo de sectores influyentes que se empiezan a manifestar, con abucheos, con muestras de repudio público y privado contra el proyecto de la 4 T.
Pese a ello y para cierta tranquilidad de Obrador; en la Alianza Opositora integrada por el PRI, PAN y PRD, no han tenido el tino para capitalizar ese descontento y proyectar a un candidato común y fuerte.
Por la naturaleza de este bloque, hay más de una docena de aspirantes; entre ellos Lily Téllez, Santiago Creel, Ricardo Anaya, Beatriz Paredes, Claudia Ruiz Massieu, Demetrio Sodi Silvano Aureoles, Ricardo de Hoyos, Enrique de la Madrid, Miguel Ángel Mancera, entre otros que buscan abanderar la alianza. Aunque ninguno con el peso y la protección que se necesita para sacar a Morena de la presidencia, ante está debilidad en los partidos de la alianza.
La arena de la sucesión sería, o bien en la sociedad civil que se sume como bloque y sea arropada por la alianza y sin duda el coliseo romano, en qué acabará convertido Morena, para su elección.
El hecho es que, con cualquier candidato gana Morena, eso tambalea a la favorita Claudia Sheinbaum, quien a pesar de estar arriba en las encuestas, por su condición de mujer, sería una de las cartas que pudiera desestimar Obrador, que no ha reparado en mostrar su condición misógina.
Aunado a que además de su dedo elector, reñirá con los intereses que han creado los Morenistas, dónde su prioridad es mantener a flote los negocios que han hecho a la sombra del poder y que difícilmente podrían seguir amarrando con Claudia Sheinbaum como presidenta.
Por ello Adán Augusto, aparece como la carta que Obrador se guarda en la chistera, a quien ha considerado, en privado y públicamente cómo su hermano.
Este personaje, sí embrionaria en la prioridad de López Obrador, de garantizar lealtad a ciegas a su poder tras el trono y protección para sus hijos.
Además que Augusto sería también como anillo al dedo, para mantener a flote los negocios de la cúpulas Morenistas, dónde está metido hasta el tuétano, según gentes del partido, el junior de Obrador.
Aunque Marcelo Ebrard aparece como segundo en las encuestas dentro de Morena, su cercanía con el presidente para muchos no le alcanza para aspirar a sucederlo.
Pero lo peor, es que está fuera del ánimo de Mario Delgado y sus secuaces que controlan el partido.
La preocupación de Obrador en esta sucesión es escoger a un subordinado como presidente.
Alguien que le permita seguir mandando desde La Chingada. Lo cual se antoja impensable.
Por el perfil de sus corcholatas, que fingen sumisión, pero que sin rubor han cuestionado las actitudes locuaces, los caprichoso e ignorancia que exhibe Obrador.
La elección está en el aire y aunque muchos dan por hecho que Morena arrasará en la elección, el riesgo está en el parto, de su candidato que parece es atendido por una comadrona inexperta, con un niño que viene de nalguitas y con el cordón umbilical atado en el cuello.
