Ana Paula Ordorica
La conferencia mañanera arranca con el presidente Andrés Manuel López Obrador diciéndonos que estamos mejor que en el pasado. “Tengo un reporte, todavía preliminar, que hemos recaudado más en todo lo que tiene que ver con la venta al exterior; ha aumentado la recaudación en general, o sea que vamos bien. Creció mucho el mercado exterior. Vamos muy bien en la recaudación por las importaciones porque hay menos corrupción en las aduanas ahora que en el pasado”, dijo AMLO, palabras más, palabras menos, en la conferencia de ayer martes 29 de enero.
Esta afirmación tan contundente estuvo ausente de datos. Ni los del pasado ni los que lo llevaron a decir que estamos mejor. Pero así pasó la hora 21 minutos de esta mañanera que ha tenido ese distintivo en los dos meses que lleva López Obrador siendo presidente de México: muchas palabras, poca información.
Si nos atenemos a lo que escuchamos cada mañana, es indudable que estamos mejor que antes. Primero porque tenemos a un presidente que cuenta con tanta autoridad moral, que se puede dar el lujo de gastar 100 millones de dólares en comprar pipas para abastecer combustible que ahora debe transportarse por carretera sin necesidad de licitar ni transparentar dicha compra. A decir del presidente, se puede porque ni él ni los suyos son unos corruptos.
La misma lógica aplica para la construcción del Tren Maya. Qué licitaciones y qué estudios ambientales ni qué ocho cuartos. El presidente no es corrupto, así que todo puede hacerse más rápido, sin licitación y sin transparencia. Basta con la palabra del presidente que no es corrupto.
Entre la corrupción y la austeridad, nos recuerda el presidente en la matutina, tendremos fondos suficientes para financiar el desarrollo. Es más, hasta nos va a sobrar dinero porque era mucho el robo y el saqueo. Estamos mejor que en el pasado del gobierno faraónico y de lujos.
Se acabaron los funcionarios con nueve teléfonos en sus oficinas. Punto final. No dio nombres ni dijo qué pasó con el funcionario, ni con los teléfonos, pero eso es lo de menos. Tenemos finalmente un dato: nueve teléfonos en una oficina.
Estamos también mejor que en el pasado porque ahora, como el presidente Andrés Manuel López Obrador goza de tanta autoridad moral, puede darse el lujo de no caer en las provocaciones de sus hasta hace poco aliados maestros de la CNTE que están bloqueando las vías del tren en Michoacán. Por no caer en provocaciones entiéndase que puede no hacer nada para solucionar este bloqueo en un estado gobernado por el perredista que osó decir que apoyaba a José Antonio Meade en la elección del 2018, Silvano Aureoles.
Estamos mejor que en el pasado y eso hay que creerlo, ciegamente, al presidente. Porque con datos, ya sabemos que no podemos contar.
APOSTILLA: A los varios frentes abiertos, hay que sumarle uno más al actual gobierno. La banca de desarrollo (Bancomext, Nafin, Sociedad Hipotecaria, Banobras) está paralizada por la política de austeridad. A más tardar mañana deberá definir Hacienda el esquema de remuneraciones en el sector. Es decir, qué salarios quedarán; cuáles serán las prestaciones y cuál va a ser el esquema de indemnizaciones para quienes prefieran salir o sean despedidos. Esto que resulta bastante complejo, lo sería un poco menos si Carlos Urzúa hubiese nombrado a los Directores Generales, pero a ellos los puso Alfonso Romo, desde la Oficina de la Presidencia. Urzúa sólo ha podido colocar a los Directores Generales Adjuntos. Una división más, la de Urzúa/Romo, que vive la 4T. Una parálisis más, la de la Banca de Desarrollo, en aras de la austeridad mal concebida e ideada.
@AnaPOrdorica