Carlos Loret de Mola
En el mundo cada vez más se busca el uso de energías limpias, el gas natural entre ellas. También tiene una lógica económica detrás: generar energía eléctrica con gas natural es tres o cuatro veces más barato que usando combustóleo.
Por eso, desde hace años, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) inició una transformación que derivó en el aumento significativo de la demanda nacional de gas natural. El sector industrial también ha volteado hacia ese combustible.
Hoy en día, hay una demanda nacional significativamente mayor de gas natural: se necesitan comercializar cerca de 8 mil millones de pies cúbicos diarios (MMMpcd). Sin embargo, no hay gas natural suficiente. De acuerdo con datos de la Secretaría de Energía, entre diciembre de 2012 y agosto de 2017 se añadieron 3 mil 392 kilómetros a la red nacional de gasoductos, pero eso apenas sirve para abastecer la zona norte del país. No obstante, de acuerdo con las estadísticas petroleras publicadas por Petróleos Mexicanos (Pemex), mientras la demanda crecía, la oferta de gas natural bajó casi 25%: pasó de 7.7 MMMpcd en 2013 a 5.8 MMpcd en diciembre de 2018.
Lo anterior se explica porque la producción de gas natural pasó de 6.5 MMMpcd en promedio durante 2013 y 2014 a solo 4.8 MMMpcd en 2018. En el mismo lapso, las importaciones permanecieron prácticamente en el mismo nivel: 1.3 MMMpcd. La tendencia es implacable. Cada día se produce menos gas natural en México.
En el pasado, cuando había disminuciones en la disponibilidad de gas natural se avisaba a los consumidores públicos y privados que no iba a haber gas y que por lo tanto debían bajarle a su consumo. Entre 2012 y 2013 hubo 35 de estos eventos. En aquel tiempo, se utilizaba un término que hoy quizás resulte un tanto remoto (llevamos 67 meses consecutivos con esa bronca): las alertas críticas.
La pregunta salta de inmediato: ¿cómo es posible que si disminuyó la producción de gas natural y aumentó la demanda, no ha habido alertas críticas? La respuesta sin duda es amarga: el sapo se lo ha tenido que tragar Pemex, el perro flaco al que ya le sobran las pulgas.
Desde hace algunos años, la Secretaría de Energía define prioridades en el abasto. De esta forma, el primero en derecho es Pemex, pero sólo para extraer y producir petróleo crudo, es decir, su subsidiaria Pemex Exploración y Producción (PEP). El siguiente en la lista es la CFE, posteriormente viene el sector industrial y hasta el final dejan a Pemex en lo que se refiere a actividades de producción de petroquímicos. Y al dejar de producir petroquímicos, muchas empresas se ven afectadas: no hay producto más caro que el producto que no hay. Los están matando. Y Pemex está dejando de ganar mucho dinero: para una empresa que recientemente perdió la calificación de su deuda, esos recursos no sobran.
SACIAMORBOS. Mientras el mundo avanza a las energías limpias, la 4T tiene entre sus prioridades el uso de carbón para la generación de energía eléctrica en nuestro país. ¿Será cierto que esto tiene feliz de la vida al hoy senador de Morena Armando Guadiana?