Es una práctica corrupta que se que ve y se ha vivido a diario en todos los Congresos del país, pero en los últimos años, cuando México se empezó abrir a la democracia, y los contrapesos llegaron a los poderes legislativos, el voto de los diputados de todos los partidos se encareció más.
Hoy la dieta, (salario del diputado) es una bicoca. Aunque muchos siguen asegurando que los sueldos de los diputados y senadores son exorbitantes, el verdadero negocio de los diputados es la venta de su voto para aprobar leyes, iniciativas, decretos, exhortos; hasta por no votar o hacerse de la vista gorda, los legisladores cobran, y muy bien.
El tema viene al caso, luego que todos están preguntando, ¿cuánto costó, o en cuánto vendieron el voto los diputados de Baja California para aprobar la reforma que alarga el periodo del gobernador morenista Jaime Bonilla?. El asunto que movió a los legisladores bajacalifornianos no fue ni ideológico, ni partidista, ni de interés ciudadano; fue un asunto de dinero; un acto de corrupción en todas sus dimensiones y expresiones.
Algunos dicen que el voto se vendió en 3 y 5 millones. Otros aseguran que los diputados que están por terminar su periodo legislativo fueron beneficiados con concesiones, notarías y jugosos contratos comerciales que pagaría el gobierno de morenista Jaime Bonilla en cuanto tome las riendas del poder.
A ciencia cierta, no se sabe, pero que el voto se dio a cambio de un beneficio económico, eso sí es cierto.
La corrupción legislativa es una industria de la que poco se escribe y se denuncia, pero que todos los funcionarios administrativos de los Congresos y los legisladores saben de su funcionamiento y de sus beneficios.
En los Congresos de los Estados, los diputados que más gritan, que más denuncian y que más se quejan, son los que más dinero se embolsan, y coincidentemente son los legisladores de «oposición». En un Congreso donde el PRI, PAN o Morena son mayoría, toca al gobernador en turno, tasar y repartir los sobornos y los cochupos a sus diputados.
Un cuñado incómodo de un ex gobernador de Tamaulipas, un mes diciembre, en la víspera de navidad, sin sonrojarse y con un cinismo escalofriante confesó que en su camioneta Suburban traía el regalo para los diputados, «ando de santa clós. El gobernador me envió a darle su navidad a los señores diputados que se portaron muy bien este año al aprobarnos las cuentas públicas y todas las leyes que les mandó el Ejecutivo», confesó. En la Suburban blanca se alcanzaban a distingír maletas repletas de dinero. Con ese dinero compararon todo el silencio y todos los apoyos del poder legislativo hacia el Ejecutivo.
En el Congreso de Nuevo León precisamente en diciembre, un día antes de los Santos Inocentes, el 27 de diciembre, los diputados locales aprobaron sin respingar el paquete de aumentos a los impuestos (licencias, refrendo, tarjetas de circulación, placas y otros) que les envió El Bronco, desde el poder Ejecutivo. Con todo el repudio de la sociedad civil y las organizaciones, los legisladores nuevoleoneses de todos los partidos aprobaron la aplicación de esos impuestos. ¿de cuánto fue el billete?, se les preguntó a algunos legisladores, y su respuesta fue una risilla de culpabilidad. Ese diciembre los nuevoleoneses recibieron de regalo de fin de año, más impuestos, y los diputados un gran puñado de billetes.
En San Luis Potosí, la historia de la venta del voto en el Congreso, se remonta a la época negra en la que el Estado vivió y padeció una inestabilidad política de años, cuando los interinatos de gobernadores y los complots se volvieron un práctica corrupta común.
Los diputados locales, aunque casi todos priistas, vendían su voto al mejor postor para echar del poder al gobernador en turno.
De entonces a la fecha, el voto de un diputado potosino se cotiza como oro en la Bolsa de Valores. Son una veguenza.
Desmentir esto, es imposible. La venta del voto, ya no es un secreto; todos lo saben; como todos saben que en el Congreso de Baja California, violar la Constitución y pasarsela por el arco del triunfo costó un puñado de billetes. De esta corrupción nadie escapa. El voto en estos tiempos de apertura y democracia, se vende más caro, y al mejor postor.