Los datos son claros. El votante no desea que Movimiento Ciudadano (MC), el partido naranja, se una a PRI-PAN. El 58% de los mexicanos cree que los partidos no deben unirse porque tienen distintas ideas y solo 21% está a favor de que MC se una a PRI-PAN.
Obviamente, PRI-PAN piensa otra cosa. La alianza considera que solo con Movimiento Ciudadano podrá derrotar a Morena en 2024 y concibe que expulsar a Morena del poder es una labor tan noble y apremiante que la mayoría del electorado aceptará votar por una coalición cuya única meta sea hacerlo.
El problema es que nada indica que el electorado quiera expulsar a Morena del poder por el simple hecho de hacerlo. Por el contrario, 65% del electorado quiere que gane un candidato que le dé continuidad al proyecto de López Obrador, aun si no es un morenista. Y solo 9%, una verdadera minoría, está dispuesto a votar por quien sea que saque a Morena del poder.
A ello hay que agregar que una alianza de MC con PRI-PAN sería poco estratégica para el primero. La alianza borraría la principal ventaja comparativa de MC ante el electorado: la frescura de ser un partido que no ha gobernado a nivel federal. Es decir, para el electorado, MC tiene derecho al beneficio de la duda. PRI-PAN, no.
PRI-PAN lo sabe y por eso no hay nada que lo enoje más que un MC independiente. Por un lado, el PRI sabe que su reputación está destruida. De hecho, 58% de los mexicanos cree que es el partido que más daño le ha hecho al país. Por otro lado, el PAN sabe que es un partido de nicho que no logra crear candidatos atractivos. Su carta más fuerte hasta ahora es Ricardo Anaya, un candidato del que 52% de las personas tiene una opinión negativa y que no puede vivir en México porque es sujeto de un proceso legal en su contra.
Así, PRI-PAN quiere que MC se una a ellos para matar dos pájaros de un tiro: (I) borrarle la frescura a MC, es decir, hacerlo igual que ellos, y (II) mejorar su competitividad contra Morena en 2024.
Ante esto, la disyuntiva para MC no es fácil. Rechazar la alianza con PRI-PAN probablemente implica tener a Morena un sexenio más en el poder.
Aceptarla, sin embargo, es peor. Si MC quiere apostarle a su crecimiento en el largo plazo, lo más estratégico es que el partido naranja permanezca en la contienda como el tercero en discordia, alejándose de la bipolaridad que beneficia a PRI-PAN y a Morena, y apostándole a convertirse en un partido grande a lo largo de esta década.
Esta estrategia, de largo plazo, quizá no le dé a MC una victoria en 2024, pero muy probablemente lo dejará mucho mejor parado para ganar en 2030 por sí mismo y convertirse en uno de los partidos más importantes de México —algo que sería imposible si el partido naranja solo se convierte en un apéndice de PRI-PAN.
No solo eso, si MC continúa dándole oportunidad a buenos candidatos rechazados por los partidos tradicionales, muy probablemente logrará crecer su bancada de manera muy significativa en 2024.
La política no es una sopa que se coma caliente, ni rápido. Quienes ganan, como ha mostrado con creces López Obrador, son quienes hacen política de largo plazo, sacrificando derrotas de corto plazo para obtener victorias más grandes en el largo plazo.