China advirtió el martes que «nadie ganará una guerra comercial», luego de que el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, anunciara que impondrá un arancel adicional del 10% a las importaciones de China y otros países.
«China considera que la cooperación económica y comercial chino-estadunidense es mutuamente benéfica», afirmó Liu Pengyu, portavoz de la embajada china en Estados Unidos, en un correo electrónico enviado a la AFP.
La respuesta de Pekín llega en un momento de creciente tensión entre las dos mayores economías del mundo. Los planes de Trump, anunciados apenas semanas antes de su asunción oficial en enero, reavivan el temor a una escalada de medidas proteccionistas que podrían impactar de manera negativa el comercio global y la economía mundial.
En los últimos años, la relación entre Estados Unidos y China ha estado marcada por altibajos. Los conflictos comerciales entre ambos países han tenido repercusiones internacionales, afectando mercados y cadenas de suministro. En este contexto, el anuncio de Trump podría suponer una vuelta a las tensiones que dominaron la administración anterior, caracterizada por la imposición de aranceles a cientos de productos y una guerra de represalias arancelarias.
Liu Pengyu también subrayó que «la cooperación y el diálogo son fundamentales para una relación estable entre nuestros países». Agregó que China seguirá defendiendo sus derechos e intereses de manera firme, pero con la esperanza de que ambas partes puedan encontrar una solución que no perjudique el desarrollo económico.
Expertos internacionales han advertido que la aplicación de nuevas tarifas comerciales podría tener consecuencias negativas para los consumidores de ambos países, encareciendo los precios de bienes de consumo masivo como electrónicos, textiles y productos alimenticios. Además, también existe el riesgo de que se genere una mayor incertidumbre en los mercados financieros, que ya están lidiando con la volatilidad provocada por otros factores globales, como el conflicto en Medio Oriente y la crisis energética.
El sector tecnológico, uno de los más afectados en la última guerra comercial, podría sufrir especialmente bajo la renovada política proteccionista de Washington. Muchas empresas estadunidenses, incluidas grandes tecnologías como Apple, dependen de sus proveedores en China, por lo que un incremento en los aranceles podría traducirse en problemas de suministro y en un aumento de precios para los consumidores.
Pekín ha reiterado que cualquier medida unilateral que busque presionar a la economía china resultará contraproducente. «Esperamos que Estados Unidos pueda ver el panorama completo y comprenda que una cooperación comercial justa es beneficiosa para todos», declaró Liu Pengyu, enfatizando la importancia de evitar confrontaciones que podrían dañar la recuperación económica global.
Trump, conocido por su postura firme frente a China durante su mandato anterior, también ha sugerido la revisión de acuerdos comerciales vigentes, lo cual podría también implicar una renegociación de las condiciones impuestas a empresas chinas en territorio estadunidense. Esta nueva postura proteccionista ha despertado inquietudes en Wall Street y entre los socios comerciales de Estados Unidos, que temen un aumento de las tensiones económicas internacionales.
El sector empresarial de Estados Unidos ya ha expresado su preocupación. Diversas cámaras de comercio han instado a la administración de Trump a reconsiderar sus planes, advirtiendo que las medidas arancelarias podrían perjudicar la competitividad de las empresas estadunidenses en el extranjero y, eventualmente, afectar el empleo en sectores que dependen de insumos importados.
Las amenazas de Trump y la respuesta de China son indicativas de una posible vuelta a un escenario de confrontación comercial que podría tener consecuencias profundas para la economía mundial. En este sentido, los mercados internacionales permanecen atentos al desarrollo de los acontecimientos, mientras Pekín y Washington se preparan para una nueva ronda de tensiones económicas.