A pesar de la instrucción clara de la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum —quien ha insistido en evitar el nepotismo y el uso del poder para imponer candidaturas dentro de Morena—, el gobernador de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo Cardona, ha ignorado el mensaje. No solo ha desplegado el aparato estatal para promover a su esposa, Ruth González Silva como candidata a sucederlo en la gubernatura, sino que ha convertido esta promoción en una demostración de fuerza que desafía abiertamente la línea presidencial.
La insistencia de Gallardo no es un acto aislado.
Se ha documentado el uso de recursos públicos para proyectar la imagen de su esposa: eventos oficiales, cobertura mediática financiada con recursos estatales, giras disfrazadas de actos de gobierno, y una narrativa construida desde oficinas de comunicación oficial con fines claramente electorales.
Este intento de imponer a su cónyuge ha generado un cisma al interior del partido y del propio gobierno estatal.
Militantes y cuadros morenistas han manifestado su inconformidad, señalando no solo el evidente nepotismo, sino también el papel que le quiere imponer a Ruth González quien a decir de cercanos, no está preparada para enfrentar la complejidad del cargo. Ven en ella una figura que no tendría autonomía política y sería una extensión de Gallardo, y por tanto, una “reelección disfrazada” que amenaza con instaurar un maximato sexenal tras otro.
Los números también reflejan el descontento. De acuerdo con encuestas internas, más del 40 % de la militancia prefiere un proceso abierto en el que participen otros perfiles con trayectoria propia. Algunos nombres ya se perfilan con fuerza, y en los pasillos del poder estatal se habla de una confrontación inminente si se consuma la imposición.
Gallardo, al apostar por el control absoluto del estado más allá de su mandato constitucional, no solo erosiona la credibilidad de Morena como partido de transformación, sino7 que arriesga la estabilidad política local. El mensaje que envía es claro: las reglas del juego las pongo yo
Claro, aquí tienes un remate más contundente para cerrar el editorial:
Por ello San Luis Potosí no puede convertirse en el laboratorio del autoritarismo disfrazado de continuidad.
Si Morena permite que Ricardo Gallardo imponga a su esposa como sucesora, no solo traicionará sus principios fundacionales, sino que abrirá la puerta a una nueva era de cacicazgos familiares que recuerdan los peores tiempos del PRI.
Callar y flaquar ante este abuso sería claudicar frente a la corrupción política vestida de democracia y dar poder a personajes que tanto daño hacen al país
