A la hora de enviar este texto no sabemos nada de Jaime Barrera. Urge que regrese, muchas charlas pendientes.
Es difícil saber en qué lugar, seguro en los tres últimos, está el aparato de seguridad y procuración de justicia del estado de Guerrero. No debería de extrañarnos.
Desde la manera en que llegó a la candidatura la hoy gobernadora —es un decir—, lo que hemos sabido de la alcaldesa de Chilpancingo, los videos de criminales haciéndose dueños del territorio… Los sucesos de la última semana son perfecta radiografía de la ausencia de autoridad.
El rompimiento entre los familiares de las víctimas de la noche de Iguala, la resistencia del gobierno a dialogar sobre la documentación que no ha entregado el Ejército, la estrategia de dividir a los padres movilizó ahora a los estudiantes de la normal. Realizaron actos de protesta en Guerrero y el miércoles de la semana pasada quisieron entrar con violencia a Palacio Nacional.
Es en cada marzo, desde hace casi cien años, que la normal de Ayotzinapa organiza su fiesta de aniversario. Primera pregunta: para como estaban los ánimos de los estudiantes en días anteriores, ¿alguien previó que las cosas se podían poner difíciles? ¿Alguien instruyó a policías, por ejemplo, que actuaran con mayor cautela dado el momento y la celebración?
El pasado jueves, entonces, el estudiante Yanqui Kothan Gómez Peralta y unos compañeros se encuentran con unos policías que intentan detenerlos; ellos quieren regresar a Tixtla y Yanqui acaba asesinado de un balazo.
Primero la policía argumenta que quienes habían disparado primero eran los jóvenes, los primeros peritajes de la fiscalía dicen que no, que no es así, que todas las evidencias confirman que quienes dispararon fueron los policías, tanto así que se llevaron a otro compañero y lo maltrataron para que se responsabilizara.
Nada se aclara, las protestas de los estudiantes crecen.
El lunes nos enteramos que el policía presunto responsable del asesinato ya no está, nadie lo encuentra. Huyó. La fiscalía dice que nunca lo detuvo. Dos investigadores enviados para el caso desaparecen horas.
La policía dice que todos los policías habían testificado desde el viernes y que la fiscalía nunca había pedido que se detuviera a nadie. Ayer los normalistas en la fiscalía con bombas molotov. Once vehículos quemados y decenas de heridos.
¿Y la gobernadora? Pues dice que “desde el primer momento” instruyó cosas, pero queda claro que nadie le hace caso.
Porque no gobierna. Nada.
